Y los imperios caían, Roma caía, y nadie recordó la historia. Y algún ideólogo dueño de alguna corporación fantasma negocia el destino de millones de personas con alguna marioneta dirigente de algún país. ¿Dónde estaban los Bill Hicks del futuro? Por ahí, sólo que está de moda ser anti algo que ya a nadie se le lleva el apunte.
Pero, ser sinvergüenza no basta. Llorar la muerte de los trabajadores de las torres no basta para que decidan que el petróleo vale mucho y que la gente de esos países no vale nada. El progreso no vale nada si obstaculiza el negocio de multinacionales dueños de servicios de mala calidad. Pronto van a privatizar el aire. Peña tiene sida, mucha gente tiene sida, marginémosla. Por ahí, en una de esas nuestros habitantes no se enferman tanto.
¿Y qué pasa con los organismos de derechos humanos cuando se trata de los imperios, de Norteamérica, de la Iglesia y de todos los sucios capitalistas que se llenan de plata? ¿Habrá que volver atrás?
Alejandra Cruz.