Las Tizas No Se Manchan con Sangre: la reflexión de Micaela Del Gaudio

CARLOS FUENTEALBA

Carta a un amigo: ¡Hola! ¿Cómo estás? Espero que mejor que aquí, te cuento que en una provincia al sur de mi país hay muchos problemas entre los habitantes y su gobierno.

El mismo no deja que la prensa se comunique con total libertad y, desde hace unos años, ya reprime a todos aquellos trabajadores sin discriminar profesión, que intentan hacer valer su derecho a un salario digno o simplemente reclaman en contra de los hechos que los aquejan.

Éste no es el único lugar de mi país en el que suceden estas injusticias pero hay algo que resaltó a esta provincia del resto. Sucedió hace unos días durante una marcha de docentes que reclamaban mejoras salariales, donde no sólo fueron reprimidos con palos y gases lacrimógenos, como ya es común en toda represión a manos de la policía sino que en manos de esta última la manifestación dio un giro trágico.
A manos de un oficial que se encontraba de civil, un docente recibió un balazo de goma en su cabeza, el cual lo hirió de gravedad y luego de agonizar durante todo un día le provocó la muerte cerebral, que le costó la vida.

Este docente era Carlos Fuentealba, de cuarenta años de edad, profesor de física y química en una escuela de un barrio popular al oeste de la provincia de Neuquén, donde también era delegado de base de la institución. Definido como un "muchacho de campo", humilde por sus allegados, como un excelente profesor por sus alumnos y un muy buen colega por sus compañeros; este docente, al igual que otros tantos, convivía con la cruel realidad de la falta de recursos y un salario insuficiente, sin embargo, como todos era de aquellos que nos enseñan a escribir, a pensar, a tener autocrítica con sus mayores armas: la tiza y la lucha.

Amigo, verás que las cosas no están tranquilas aquí, maestros reprimidos en varias provincias y una impunidad en el accionar de las fuerzas que se llevó la vida de un esposo, un padre, un amigo, un educador, que dejó un hueco irremplazable.

Te darás cuenta que no es fácil reclamar porque quien debe escucharnos sólo lo hace a veces. Debemos tolerar ser testigos de hechos aberrantes como el asesinato. Espero poder escribirte nuevamente contándote que se hizo justicia por esta familia que ha sido destrozada y te escribo una frase que está siendo muy usada por estas días: "Las tizas no se manchan con sangre".

Micaela Del Gaudio.

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