Malvinas, 25 años. Una reflexión de Lucía Singh.

Malvinas, la perdida perla austral, es el archipiélago que, según nos contaron cuando éramos niños, en realidad forma parte del territorio argentino pero está bajo el mando de otro país. Así lo aprendimos. Y así también, fuimos aprendiendo que estas islas fueron la raíz de un conflicto que tiene muchísimos años, y durante la última dictadura militar, se llegó a lo que es un método muy viejo, utilizado desde el principio de las civilizaciones. Se llegó a la guerra.

Es que como para esa época el gobierno militar buscaba encontrar un mayor apoyo por parte del pueblo, no tuvo una mejor idea que tomar como excusa el conflicto por las Islas Malvinas, y así despertar en la gente un sentimiento nacionalista que respaldara al gobierno en su intento por lograr la restitución de las islas.

La guerra duró setenta y cuatro días, terminando con la rendición argentina, y dejando para nuestro país un saldo de más de seiscientos muertos en batalla y más de mil heridos.


Si se lo pensara fríamente, se podría llegar a la conclusión de que todo aquello fue como jugar a la guerra. Es que resulta increíble que nuestro país haya ido al enfrentamiento cometiendo tantos errores. El envío de miles de jóvenes sin experiencia, la desventaja que se tenía con respecto a las armas, y errores en lo que es la estrategia de guerra, fueron algunos de los desaciertos que se tuvieron a la hora de hacer frente a una potencia mundial como lo es Inglaterra, que no se iba a dejar avasallar.

Ingenuamente se creía que nuestro país contaba con el apoyo de Estados Unidos, pero esto no ocurrió ya que sólo se logró el respaldo de algunos países latinoamericanos, sin contar a Chile, que brindaba su apoyo incondicional a Inglaterra. Argentina jugó mal.

Mientras ocurría la batalla, al país llegaban falsas noticias que eran alentadoras respecto a la situación del enfrentamiento bélico. Se realizaron colectas de provisiones para mandar a los soldados, quienes estaban dando todo de sí, por cumplir el sueño de recuperar lo que siempre nos perteneció. Pero sólo una muy baja fracción de todo lo recolectado llegó a los destinatarios.

Se jugó con la ilusión de todo un pueblo. ¿Qué más se podía esperar de un gobierno militar que irrumpió en el poder y se encargó de destruir a todo un país?

Lo peor es que, una vez finalizada la guerra, los soldados argentinos volvieron y se encontraron con una indiferencia total. Los sobrevivientes quedaron con secuelas, debido al horror que tuvieron que vivir, lo que provocó que muchos de ellos recurran al suicidio.

La guerra terminó. El gobierno de Inglaterra se vio fortalecido, en cambio el gobierno militar ya veía muy claramente su destino.

Fue una etapa realmente oscura en la historia, pero no por eso hay que dejarla a un lado. El olvido de la guerra de Malvinas sería como darle la espalda a aquellos valientes jóvenes que estuvieron en el frente de batalla, además de los derechos que nos corresponden sobre esas tierras, y eso no sería justo.

Hoy nos encontramos ya a veinticinco años de esta guerra. Veinticinco años y sin embargo, todavía quedan situaciones pendientes que atender. Por empezar, los sobrevivientes de la guerra siguen sufriendo la misma injusta indiferencia. ¿Será porque perdimos? Y además, hoy en día, muchos militares con poder están involucrados en hechos de violación de los Derechos Humanos, ocurridos en la guerra, y aún hay miedo de romper el silencio.

Por todo esto, no nos permitamos olvidar lo sucedido. No nos permitamos olvidar nuestra historia. No nos permitamos ser injustos. Y no nos permitamos olvidar que las islas son argentinas, y que debemos hacer valer nuestros derechos, siempre dentro de límites pacíficos.

Lucía Eva Singh.

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