El Mundial de 1978

Todos aquellos que amamos el fútbol y los amores de barrio y que no dejamos de valorar la vida en toda sus expresiones respetando y haciendo respetar la vida de un gato, un árbol o una flor, no podemos secar las lágrimas y cicatrizar las heridas en nuestro corazón y en nuestra memoria del genocidio más sangriento de nuestra historia provocado por aquellos que mezclaron las emociones y los valores del deporte más caro para el alma de los argentinos como es fútbol con los gritos desgarradores de las victimas de las bestias más atroces y cobardes que el infierno pudo haber creado.

Recuerdo aquellos días con una mezcla de emoción al soñar con las corridas de Mario Kempes con su cabellera al viento imaginándolo como uno de esos héroes mitológicos que atraviesan el cielo o el mar con valentía desafiando a cualquier peligro sin dudarlo, con otras sensaciones oscuras que al lado de ellas cualquier historia de terror por más sórdida que sea se convierte en un cuento infantil.

Pero ya de adolescente y formando parte de un centro de estudiantes de una escuela pública esos peligros en el área rival con personajes de fantasía se convirtieron en una escalofriante realidad con monstruos de carne y hueso deformando los gritos de aquellos gloriosos goles con los alaridos de la muerte y la desesperación.
Cuando los militares tomaron el poder la deuda externa de nuestro país asumía una cifra de 8.ooo millones de dólares, luego del Mundial 78 esa cifra subió a la colosal cantidad de 42ooo millones de dólares.

De la misma manera como los nazis utilizaron los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 para fortalecer su esquemático plan de genocidio, la dictadura militar argentina utilizó el Mundial de Fútbol para concretar su plan asesino. La Copa del Mundo también tiene fuertes vínculos con el proyecto económico de la oligarquía gobernante. No hay cifras exactas, ni oficiales sobre lo que costó el Mundial. Pero se estima que se fueron unos 700 millones de dólares, cuando en realidad se había presupuestado unos 70. El Ente Autárquico (EAM) del Mundial '78 era el organismo creado por el gobierno para la organización del mundial. Estaba dirigido por un hombre de Massera, el contralmirante Alberto Lacoste.

Las Madres de Plaza de Mayo y los organismos de derechos humanos eran considerados movimientos antinacionales que recibían la indiferencia del pueblo argentino que manifestaba una euforia y delirio cultivado por la propaganda que anestesiaba los cerebros, censuraba a la prensa e intercambiaba favores con medios periodísticos que luego se desgarrarán las vestiduras
hablando de derechos humanos y demagogia barata con olor a falsa democracia.
Mientras tanto los fríos de junio no se sentían en las tribunas, los colores de nuestra bandera se confundían con marchas militares, papelitos y comunicados oficiales. Por lo tanto el Mundial 78 nunca será consi derado la fiesta de todos, preferiría recordarlo como la tristeza de muchos por que un millón de copas no llegan a compararse con una sola lágrima de una persona a la que se le arrancó de un tirón su dignidad, su libertad y sus sueños.

Desde el punto estrictamente futbolístico algunos jugadores de la selección argentina hicieron su autocrítica como lo hizo uno de los líricos de la pelota de fútbol que inundó con su magia los verdes campos de la gloria y me estoy refiriendo al señor René Houseman o el jugador Carrascosa capitán del Club Atlético Huracán y de la selección nacional que llegaba a los entrenamientos en tren o en colectivo y que más de una vez se enfrentó a las presiones del momento y que luego renunció con todo el dolor que representaba a la selección de 1978 o el jugador Ronnie Hellstrom arquero de la selección sueca que prefirió estar frente a la Casa Rosada en la ronda con "las locas de Plaza de Mayo" como llamaban a las madres que ya estaban reclamando por sus hijos desaparecidos.

El escritor Eduardo Sacheri en el prólogo de su libro "Esperándolo a Tito" manifiesta lo siguiente:
"Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol" y Albert Camus no duda en agregar: "Todo lo que sé de moral se lo debo al fútbol".

Lamentablemente para los que amamos el fútbol los dictadores genocidas del Mundial 78 nada comprendieron de la vida, la moral y por supuesto tampoco entendieron en sus obtusas mentes lo sano y apasionante que puede ser el fútbol.
Prof. Alfredo Cesio.

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