...Y Los Lápices ya no están. Daniela Rubaldo Tarrab (2º parte), el recuerdo de La Noche de los Lápices.

La noche del 16 de septiembre de 1976 es tristemente recordada como la “Noche de los Lápices”. Esa noche fueron secuestrados por fuerzas de seguridad de sus respectivos domicilios y continúan hasta hoy desaparecidos: Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha y María Clara Ciocchini. Formaban parte de un grupo de 16 jóvenes, entre 16 y 18 años de edad, que habían tomado parte de una campaña pro boleto escolar. Cada uno de ellos fue arrancado de sus hogares. La policía de la provincia de Buenos Aires había dispuesto un operativo de escarmiento para los que habían participado de esta campaña pro boleto escolar considerada por las Fuerzas Armadas como “subversión en las escuelas”.

De acuerdo a las investigaciones realizadas por la CONADEP y testimonios obrantes en la misma, los adolescentes secuestrados habrían sido eliminados después de padecer tormentos en distintos centros clandestinos de detención, entre los que se encontraban: Arana, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, Jefatura de Policía de la provincia de Buenos Aires, las comisarías 5°, 8° y 9° de La Plata, la 3° de Valentín Alsina -en Lanús-y el Polígono de Tiro de la Jefatura de la policía.

Según testimonio de Pablo Díaz, sobreviviente de este trágico episodio, pudo ver aún con vida el día 22 de septiembre de 1976 a Víctor Treviño en el centro clandestino de detención Arana y a María Claudia Falcone la vio por última vez después de compartir con ella varios meses de cautiverio, el día 28 de diciembre del mismo año en Banfield. También, vio en este mismo centro a Claudio de Acha, a un joven apodado “Colorado”, todos ellos estudiantes secundarios vinculados entre sí, como asimismo a numerosas personas, entre ellas, a tres mujeres embarazadas que dieron a luz en el mismísimo lugar.

En Bahía Blanca, también hubo grupos de estudiantes secundarios secuestrados.

Este es el testimonio de Pablo Díaz, que habla de la dureza de la represión para con los adolescentes. Él y otros jóvenes sufrieron en carne propia la represión por querer reivindicar sus derechos. “Tanto en Arana como en Banfield fui torturado. En Arana, me aplicaron la picana eléctrica en la boca, encías y genitales. Inclusive, con una pinza me arrancaron una uña del pie. En Banfield, ya no me picanearon, pero fui golpeado con palos y pinchado con agujas. Era muy común pasar varios días sin comer. Me tuvieron atado durante un largo tiempo con una soga al cuello”, contó Pablo Díaz.

Daniela Rubaldo Tarrab, sobre la base del Nunca Más, Informe de la CONADEP sobre la desaparición de personas, 1987.

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