Los docentes dicen NO a la última dictadura. La reflexión de la profesora Diana Dottis

La brutal usurpación de la soberanía popular ocurrida hace treinta años fue la última de una triste y larga serie de seis golpes de Estado comenzada en 1930.

La de 1976 se caracterizó, esencialmente por la instalación a lo largo de todo el territorio, de campos de concentración en los que se aplicaba sistemáticamente la tortura y por la pasividad de la figura del detenido-desaparecido. Nunca antes la Argentina había sufrido, a semejante escala, una barbarie como esa.

Sin embargo, todos los elementos que se conjugaron en 1976, tenían ya antecedentes. La picana eléctrica, invento argentino, data del primer golpe de 1930. Fusilamientos y desapariciones de opositores, espionaje a civiles, prohibiciones, listas negras, bombardeos a objetivos civiles, amedrentamiento por miedo a la sociedad, todos esos hechos y muchos otros de similar calaña, ya habían ocurrido en ocasiones similares.

Podemos decir entonces que en 1976 fue la versión corregida y aumentada, esta vez, mucho más sofisticados, perfeccionados y articulados los mecanismos de dominación y exterminio de seres humanos.
Nadie podía llamarse a engaño. Podía no imaginarse el cómo, pero era clarísimo el para qué.
Este treinta aniversario tiene, entre otros, tres hechos históricos auspiciosos que merecen ser destacados. El primero, la declaración por ley de Feriado Nacional, no para festejar, como maliciosa e interesadamente dicen algunos periodistas, sino para conmemorar, recordar, homenajear a los que defendieron la libertad, y repudiar desde el propio Estado a los dictadores y sus cómplices de todas las épocas. Para recordarlo siempre, para que nunca más seamos indiferentes a hechos aberrantes. En fin, como dijo Séneca para cuando se haya borrado el recuerdo de nosotros.
El segundo, que ustedes, jóvenes alumnos, son la primera generación argentina nacida en el siglo XX que nunca en su vida sufrió un golpe de estado. Esto hay que celebrarlo.

El tercero, hace treinta años, vivíamos la noche más trágica y oscura de nuestra historia, y estábamos rodeados de dictaduras genocidas en América del Sur. Hoy tenemos gobiernos democráticos y amigos en toda la región. Eso también hay que celebrarlo.
Para finalizar, aquella generación de ciudadanos que con aciertos y errores se atrevió a soñar e intentar un país más justo para todos, eran seres vitales y felices.
Si están en algún sitio, no nos quieren ver llorando y abatidos. Por eso, nuestro mejor homenaje para ellos es seguir buscando la manera de hacer posible lo necesario, un mundo justo para todos los hombres.
Prof. Diana Dottis.

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